Desde hace algunos años, los científicos
han comprobado que los polifenoles y vitaminas
que contiene el vino tinto ejercen un importante papel cardioprotector,
además de reducir el riesgo de trombos e infartos y de retrasar el
envejecimiento. Por ese motivo, un equipo de investigadores alemanes y
españoles ha decidido convertir esta bebida en un polvo que
conserve el color y sabor frutal original para agregarlo
a yogures, chocolates, helados y otros productos de consumo habitual.
La primera finalidad fue para las empresas cárnicas como un añadido para elaborar embutidos y darle color y sabor. La obtención se lleva a cabo por un proceso de secado por spray, mediante el cual se obtiene un polvo con el mismo color y sabor que el vino. A partir de ahí, no sólo este tipo de empresas se interesaron por este producto, también se sumaron los elaboradores de sopas y salsas. En Japón también se han interesado por este producto. En una visita de japoneses a la planta donde se crean estos polvos de vino tinto, los llevó a abrir los ojos sobre el real potencial que tenía dicho producto.
A este producto también se le ha encontrado un prometedor uso en cosméticos. Una crema desarrollada a partir del vino tinto tendría un importante efecto antiarrugas para la piel y una máscara facial con este producto aprovecharía las propiedades del ácido tartárico para exfoliar la piel y dejarla más suave.
A este proyecto de obtención de polvo a partir del vino tinto se le ha llamado E! 4008 PROVINO y está dentro de los programas europeos "Programas EUREKA de cooperación en el campo de la investigación y desarrollo tecnológico".
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